RECORDAR: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón.
Las últimas semanas mi corazón ha sido visitado muchas veces y para suerte de él, todas las 'pasadas' han dejado regocijo. Un deleite fue encontrarme, en una de las cajas del pasado, con mi propio perfil escrito por mi propia mano 10 años atrás…Leerlo fue, a lo menos, Grandioso. Lo comparto, para darle las gracias a la Maca de entonces, en una de esas, me devuelve los sueños…
MACA EN EL ESPEJO
"La maquita parece no conformarse con lo que tiene a su alrededor y es que debe estar buscando algo superior, pero no creo que sea la santidad. Ella parece vivir en un mundo habitado por angelotes gordos que escuchan el futuro en su personal stereo. Ella gusta del silencio como lo haría una princesa japonesa, pues ella mira y actúa como tal”. Esa fue parte de la descripción que le hizo un buen amigo cuando ella tenía 17 años, ahora tiene 20 y aún le gusta ese par de líneas porque se siente identificada. ”Él siempre se reía de lo despistada que yo era, pero eso cambió cuando me fui a Santiago, allá dejé de confiar tanto en la gente”.
La Maca, como le llaman sus amigos, es rancagüina de nacimiento y también de alma. Cual Carmela emigró a la capital a estudiar periodismo y, por ser la menor de dos hermanos, el cambio le fue difícil. “Mis papás para sentirse más seguros me pusieron en una pensión de monjas, donde me llenaron de reglas y horarios. Sólo duré un año y medio. Estudié toda mi vida en colegio de monjas y seguir con lo mismo no lo soporté”. Quizás por lo mismo está pasando por un período de total cuestionamiento en el tema religioso. Le incomoda hablar sobre eso, su vista recorre las fotografías de Sewell que adornan el Café Vagón Cooper de Rancagua. Aunque no fuma, extrañamente enciende un cigarrillo. “Hubo una época en que mi fe fue tan profunda que quise ser una carmelita descalza…pero esa fe se fue apagando hasta extinguirse. Ahora no creo en ningún rito de la iglesia católica ni tampoco en Dios, pero sé que algún día volveré a ser creyente”, afirma.
Apaga el cigarro que está a la mitad y dando palmaditas en la mesa tararea una canción de Luis Miguel, su ídolo desde que tenía 9 años, el anciano de la mesa contigua mira acusativamente, Macarena le sonríe y deja de cantar, sabe que no lo hace muy bien.
- Si tuvieras el poder de darle la vida eterna a una persona, ¿a quién se la darías?
A mi hermano, –no demora ni duda en decirlo- para mí él es totalmente imprescindible, con él a mi lado puedo respirar tranquila y respirar feliz. Con él jugué, pelie, dormí y ahora conversamos, es mi amigo. Cada recuerdo de mi infancia está ligado a él, también el presente.
Mientras abre un chocolate y lo come, casi lo devora, no deja de mover sus manos cada vez que habla. “Siempre he sido parlanchina, en el colegio la profesora escribía en mi libreta, es alegre y comunicativa...creo que por eso una tía solía decirme que yo tenía –como un deber- que ser periodista y tanto lo repitió, que aquí estoy”.
Ama el periodismo como amaría a un hijo, precisamente ahí radica su conflicto vital, como ella le llama. “En el futuro quiero dedicarme cien por ciento a mi profesión, llegar a ser la mejor en el área que elija y eso ocupará todo mi tiempo. Por otra parte, quiero tener hijos, los que también ocuparían todo mi tiempo...obviamente no puedo combinar las dos cosas”. Mientras soluciona ese problema, en la actualidad fusionó el periodismo con otra de sus pasiones: el trabajo social. “Todos los veranos trabajo voluntariamente para niños de escasos recursos, ahora lo haré durante todo el año y eso me tiene feliz. Además escribiré en la revista de la fundación Gesta, que organiza estas actividades”.
Hincha de la Universidad Católica reconoce que le gusta el fútbol, pero también el voleibol, el tenis y las gimnasias olímpica y rítmica. Estas últimas dos disciplinas las practicó hasta que tuvo 13 años, quizás a ello se deba que sus piernas y brazos sean ‘gruesos’ cuestión que le acompleja, pero no le quita el sueño. “No uso minifalda, pero sí bikini y poleras cortas porque no tengo nada de guata, una cosa por la otra” dice y suelta una risotada.
La Maca, como le llaman sus amigos, es rancagüina de nacimiento y también de alma. Cual Carmela emigró a la capital a estudiar periodismo y, por ser la menor de dos hermanos, el cambio le fue difícil. “Mis papás para sentirse más seguros me pusieron en una pensión de monjas, donde me llenaron de reglas y horarios. Sólo duré un año y medio. Estudié toda mi vida en colegio de monjas y seguir con lo mismo no lo soporté”. Quizás por lo mismo está pasando por un período de total cuestionamiento en el tema religioso. Le incomoda hablar sobre eso, su vista recorre las fotografías de Sewell que adornan el Café Vagón Cooper de Rancagua. Aunque no fuma, extrañamente enciende un cigarrillo. “Hubo una época en que mi fe fue tan profunda que quise ser una carmelita descalza…pero esa fe se fue apagando hasta extinguirse. Ahora no creo en ningún rito de la iglesia católica ni tampoco en Dios, pero sé que algún día volveré a ser creyente”, afirma.
Apaga el cigarro que está a la mitad y dando palmaditas en la mesa tararea una canción de Luis Miguel, su ídolo desde que tenía 9 años, el anciano de la mesa contigua mira acusativamente, Macarena le sonríe y deja de cantar, sabe que no lo hace muy bien.
- Si tuvieras el poder de darle la vida eterna a una persona, ¿a quién se la darías?
A mi hermano, –no demora ni duda en decirlo- para mí él es totalmente imprescindible, con él a mi lado puedo respirar tranquila y respirar feliz. Con él jugué, pelie, dormí y ahora conversamos, es mi amigo. Cada recuerdo de mi infancia está ligado a él, también el presente.
Mientras abre un chocolate y lo come, casi lo devora, no deja de mover sus manos cada vez que habla. “Siempre he sido parlanchina, en el colegio la profesora escribía en mi libreta, es alegre y comunicativa...creo que por eso una tía solía decirme que yo tenía –como un deber- que ser periodista y tanto lo repitió, que aquí estoy”.
Ama el periodismo como amaría a un hijo, precisamente ahí radica su conflicto vital, como ella le llama. “En el futuro quiero dedicarme cien por ciento a mi profesión, llegar a ser la mejor en el área que elija y eso ocupará todo mi tiempo. Por otra parte, quiero tener hijos, los que también ocuparían todo mi tiempo...obviamente no puedo combinar las dos cosas”. Mientras soluciona ese problema, en la actualidad fusionó el periodismo con otra de sus pasiones: el trabajo social. “Todos los veranos trabajo voluntariamente para niños de escasos recursos, ahora lo haré durante todo el año y eso me tiene feliz. Además escribiré en la revista de la fundación Gesta, que organiza estas actividades”.
Hincha de la Universidad Católica reconoce que le gusta el fútbol, pero también el voleibol, el tenis y las gimnasias olímpica y rítmica. Estas últimas dos disciplinas las practicó hasta que tuvo 13 años, quizás a ello se deba que sus piernas y brazos sean ‘gruesos’ cuestión que le acompleja, pero no le quita el sueño. “No uso minifalda, pero sí bikini y poleras cortas porque no tengo nada de guata, una cosa por la otra” dice y suelta una risotada.
Cuando dejó el hobby de la gimnasia, empezó con el de los libros. “En mi casa está la típica colección Ercilla, lo primero que tomé fue El Quijote de la Mancha y me encantó. Después pasé por la época Fuguet, Richard Bach y otros, hasta que llegué a García Márquez . Lo encuentro genial”.
Por estos días la jovencita de ‘los ojitos de cielo’ está concentrada en el taller de teatro en el que acaba de matricularse. “Me gusta, me encanta el teatro, de hecho era (es) una de mis opciones…estudiar teatro, ser actriz…recorrer el mundo…”.
Por estos días la jovencita de ‘los ojitos de cielo’ está concentrada en el taller de teatro en el que acaba de matricularse. “Me gusta, me encanta el teatro, de hecho era (es) una de mis opciones…estudiar teatro, ser actriz…recorrer el mundo…”.
1998, Escrito original, sin edición y sin censura
3 comentarios:
Que valiente eres!!!
Hay que tener cojones para compartir esto, esa eres tú!!!...me reí, pero me di cuenta que aún esa mk existe, eso es bueno!!!
Ja! también me emocioné!!(que torpe palabra) pero quizás me dio pena no tener la valentía de compartir mi ser, sino que guardarlo sagradamente para mi, en mis cuadernos, en mi computador...
Sigue amiga, tu pluma es bella, trasmite, emociona....
Que distinta te descubri, te conosco de toda la vida y no me di cuenta como creciste y te convertiste en una mujer intensamente apasionada por la vida y el amor.
Simplente bello
Maryp
a veces la diferencia entre aquellos años y los de ahora radica en que el paraíso se nos pierde de la otra esquina...
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